Son una buena fuente de nitrógeno y fósforo. En cuanto a la absorción del nitrógeno, por encontrarse en su forma orgánica, éste experimenta una mineralización progresiva que garantiza su disponibilidad en el tiempo, evitando las pérdidas.
Constituye una fuente de nitrógeno orgánico y amoniacal, de liberación lenta. Y ello permite la disponibilidad de nitrógeno para el segundo año de fertilización, con el consiguiente ahorro. También aporta fósforo orgánico y gran riqueza, que se encuentra disponible para su absorción por parte del cultivo.
Preserva la humedad del sustrato edáfico en contextos climatológicos como el nuestro, gracias a la acción de la materia orgánica. También contribuye a la fijación de carbono, con el consiguiente efecto en términos de impacto climático.